lunes, 10 de septiembre de 2007

Tiempos que corren (hacia atrás)

Hace años, el poeta Homero Aridjis, en cierto programa de televisión, fue cuestionado sobre aquellos escritores de su generación (o menores –en edad–) que suele leer. Su respuesta fue sencilla y contundente: “veo a muchos escritores que conozco demasiado preocupados por promover su carrera, por ser escritores antes de preocuparse por lo que escriben, por construir una obra”. Añadió que algunos de los mayores poetas del siglo anterior fueron personas que figuraron poco o nada en sus parnasos locales mientras vivieron y que ello en nada aminora su estatura patente de poetas (vale citar aquí a Pessoa, Cavafis o Gombrowicz).
---Quizá el foro no haya sido el adecuado (sepa Dios cuál lo sea), pero me parece que lo dicho no falta a la verdad. Cualquier estantería de libros en este país (o cualquier otro, supongo) consigna la tajante fatalidad de la pasada afirmación: las editoriales nacionales o internacionales exhiben títulos de actualidad y convencen a cualquiera de que la promoción es más válida que la buena escritura. Pero eso no es todo, también modifican el carácter de muchos lectores que, buenamente, olvidan o pasan por alto una tradición que funda lo que consumen, se quiera o no. Aunque las cifras sean siempre pobres (en evidencia y significado), algunos parecen contentarse con el hecho de pactar sus apariciones en medios impresos o coparlos gracias a la magia del contrato editorial y el rótulo que ampara un número de copias editadas.
---Algo va a costarnos esta tendencia ominosa que afecta el ejercicio de la mayor parte de los escritores que, hoy por hoy, integran la dieta del lector de obras literarias. Las opiniones de estos nuevos estrellas de la narración, el ensayo, la crónica o la poesía, pueden parecernos sensatas o coherentes, no así sus actitudes. Bueno que conserven el caparazón adusto de quien sobrevive sin mayores alcances de mirada. Malo que no les interese lo que ciertamente les incumbe. Penoso que nos lleven a un baile que sólo pobrezas anuncia, que apenas cenizas promete.