domingo, 21 de octubre de 2007

Poética

Mi cosa de escritura es sólo la afirmación de que la poesía es un no sé, que busca no sé qué rayos. Entiendo el poema como un sistema de instantes incumplidos que exigen cierta voluntad de ánimo para ordenarse.
---Estoy seguro que poema sin atmósfera no es poesía, y que siempre estamos obligados a regresar humildes a lo elemental.
---Por último, me tiene sin cuidado cómo escriban los demás y mucho menos me interesan las ciencias oscuras de las definiciones de la poesía. Entiendo que un oficio que no divierte hay que dejarlo.

Jeremías Marquines
(Esto lo dice en un blog pero, si no ha leído a este poeta, búsquese el poemario El ojo es una alcándara de luz en los espejos -editado por el Fondo Editorial Tierra Adentro en 1997- y no se arrepentirá)

sábado, 20 de octubre de 2007

Devoción

“Gracia de Dios, comida para el pobre” fue lo último que oyó decir Basilio a su maestro. Estaban en la plaza, como otras veces, pero en esta ocasión el viejo Cucufate no sermoneaba, no pedía por sus enemigos y sus huestes miserables. Ahora tenía los ojos vueltos hacia arriba y en el cuello un pozo de sangre derramándose. Basilio escuchó a la multitud burlarse del maestro como si fuera un puerco para la fiesta y, con una claridad terrible, sintió un odio del tamaño del amor que recordaba haber jurado para Dios.
---Del clan, sólo Basilio estuvo presente durante la ejecución. Cuando volvió a los subterráneos, volcó su rabia en el cuerpo de los otros, les injurió y reclamó su tibieza, su dejar morir al viejo con la cobarde resignación que él mismo llegó a predicar.
---Al día siguiente despertó en un extraño sosiego, recordaba con insistencia una de las frases del maestro: “Los sueños son la respuesta de Dios al sufrimiento”; entonces supo lo que tenía que hacer.
---El viejo era piadoso, cuando hablaba del mal lo hacía con la serena convicción de quien todo lo lee o lo escucha. Basilio siempre estuvo seguro de esa impresión. Guiado por su pesadilla, llegó al aposento principal y, de entre las vasijas, tomó una que estaba forrada con cuero de buey, semioculta, y salió a la superficie.
---Recorrió la ciudad como el mendigo que era, con rumbo al norte. Se internó en los desolados bosques de las tierras altas, donde sólo salteadores y asesinos cuando huyen. Creyó escuchar el aliento de los lobos y era su propio resollar, juró sentir el frío de la muerte en el rostro y sólo eran sus lágrimas y el viento.
---Cuando el cansancio lo venció, cayó de bruces sobre la tierra húmeda. Poco después, ya repuesto, estrelló la vasija contra un árbol y levantó del suelo los viejos rollos de papel. Con un cuidado reverencial los extendió y, con la poca luz de la tarde, comenzó a leer en voz alta: “Libro de las invocaciones de Simón el mago”...
---Meses después, un ejército de bárbaros arrasó con la ciudad que nada recordaba de Basilio. Cuentan, los pocos vivos, que llegaron al mando de un auténtico demonio, un hombre cuyos ojos ardían. Dicen que lo primero que hizo fue vaciar de cristianos las catacumbas y degollarlos a todos. Dijo, según se recuerda, llamarse Simón.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Y punto.

Diga lo que diga la opinión popular, afirmen lo que afirmen los propios clásicos, lo clásico no pertenece a un orden ideal, ni se alcanza adhiriéndose a una serie u otra de ideas. Por el contrario, lo clásico es lo humano; o, por lo menos, es lo que sobrevive de lo humano.

J. M. Coetzee
Contra la censura (ensayos sobre la pasión por silenciar)

jueves, 4 de octubre de 2007

Nudos

Ante lo convencional que resulta, como estrategia literaria, soñar a otro o ser soñado por él, un hombre decide ser él mismo y ensayarse distinto en lo que hace.
---Como un escritor, se piensa un solitario asesino, de golpe y cuchillo, que aguarda en un oscuro callejón por su presa femenina.
---Como un asesino, se sabe competente, rápido y preciso, de tal suerte que no tarda sino pocos segundos en partir la cabeza de una dama que, incauta, tuvo la ocurrencia de pasar por ahí.
---Como un artista, dibuja a puro trazo de navaja la flor que imagina en el abdomen de la muerta, derramando el rojo de sus pétalos que se abren y crecen con cada tripa que brota del boceto.
---Como un sastre, deduce que el antes verde vestido de la difunta luce ahora un estampado marrón oscuro, más elegante y adecuado a los tiempos que corren.
---Como un marino, extraño y alejado de todo, decide poner en práctica, con cada tripa que ha conocido el aire por la herida, sus vastos conocimientos en el arte de hacer nudos. Desde los más sencillos hasta los más elaborados, todos acaban deshechos, como si usara cabellos.
---Como un niño, se asegura de que no existan testigos de la travesura, arranca los ojos del cadáver y se pone a jugar a las canicas.
---Como un cocinero, orgulloso de su logro, sólo piensa en que descubran el cuerpo aún caliente, que se admire la oscura consistencia del viscoso turrón que enamora las moscas.
---Como un asesino, de nuevo, huye por la noche amparado en la estatura sin luz de cada sombra que proyecta la ciudad.
---Como un escritor, llega a casa, lava los rastros de sangre de sus manos, cambia de ropa, enciende la luz de su estudio, se coloca frente a la máquina de escribir, piensa en lo convencional de ciertas estrategias literarias y decide ser él mismo.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Tripas, corazón y bofe...

La pirueta por la pirueta, el muestrario fantástico de una inmensa capacidad de invención verbal, se me queda un poco en el vacío, porque no ayuda a la historia en el sentido de la eficacia narrativa.
(...)
No eres tú el que tiene que ser inteligente; es el libro el que tiene que serlo.
(...)
En el libro que es bueno el autor no está ahí, no se le nota.

António Lobo Antunes
(Las citas provienen del libro Conversaciones con António Lobo Antunes de María Luisa Blanco, publicado por Siruela en 2001... Ah, y las cursivas de la primera cita son mías)