lunes, 31 de agosto de 2009

Y, bueno, cómo negar...

En la era de la globalización y la posmodernidad todo el que no ha escrito un libro, o lo está escribiendo o querría escribirlo. Y por eso mismo se publican tantos perfectamente prescindibles.

Piedad Bonnett
"Colombia y el exceso de realidad"
Babelia 927 / El País
(29 de agosto de 2009)

miércoles, 26 de agosto de 2009

Aunque las visitas tropiecen...

Confieso no creer en el tiempo. Me gusta doblar mi tapete mágico, después de usado, en tal forma que una parte del dibujo se superponga a la otra. Aunque las visitas tropiecen. Y encuentro el más elevado placer de la ausencia de tiempo -en un paisaje elegido al azar- entre mariposas raras y sus plantas alimenticias. Es el éxtasis, y detrás de éxtasis está otra cosa algo difícil de explicar. Es como un vacío momentáneo al que se precipita todo lo que amo. Un sentido de unión con el sol y la piedra. Un estremecimiento de gratitud, dirigido a quien corresponda: al genio contrapunteado del sino humano o a los afectuosos fantasmas que miman a un mortal con suerte.

Vladimir Nabokov
Habla, memoria
(Edivisión, México, 1992)

martes, 18 de agosto de 2009

Lo que es y lo que no...

Escribir no es contar los recuerdos, los viajes, los amores y los lutos, los sueños y las fantasías. [...] La literatura sigue el camino inverso, y sólo se plantea descubriendo bajo las personas aparentes la potencia de un impersonal que no es en absoluto una generalidad, sino una singularidad en el más alto grado: [...] la literatura no empieza más que cuando nace en nosotros una tercera persona que nos despoja de poder decir Yo.

Gilles Deleuze
Crítica y clínica
(Anagrama, Barcelona, 1996)

lunes, 10 de agosto de 2009

Se vale soñar, de vez en cuando...

Nunca se hacen las paces con el pasado sino con el futuro: mejor ver qué arreglos sociales, qué cultura política, pueden promoverse para que devengan innecesarios los héroes prístinos y los antihéroes supremos; arreglos que permitan el menos malo de los Estados, sin que sea una traición pensar el Estado posible -lo cual siempre involucra perfidias contra los sueños-.

Mauricio Tenorio Trillo
Historia y celebración
(Tusquets, México, 2009)

viernes, 7 de agosto de 2009

Desde la maravillosa sencillez...

-Me acuerdo de desear haber sabido antes lo que sé ahora.

-Me acuerdo de los sonidos de las retransmisiones de beisbol que llegaban desde el garaje los sábados por la tarde.

-Me acuerdo de mi abuelo, que no creía en los médicos. No trabajaba porque tenía un tumor. Se pasaba el día jugando a las cartas. También escribía poemas. Tenía las uñas de los pies largas y feas. Hacía todo lo posible por no mirarle los pies.

-Me acuerdo de haberme intentado imaginarme a mi madre y a mi padre follando.

-Me acuerdo de Royla Cochran. Vivía en una buhardilla y hacía unos muñecos muy alargados de cera. Estuvo casada con un poeta manco hasta que éste murió. Murió, contaba ella, de un dolor en el brazo que le faltaba.

-Me acuerdo de arrepentirme de no haber hecho cosas.

-Me acuerdo de una historia sobre una pareja que tenía un diner. El marido asesinó a la esposa y la hizo picadillo para la carne de las hamburguesas. Luego un día un hombre se estaba comiendo una hamburguesa y se encontró un trozo de uña. Así fue como descubrieron al marido.

-Me acuerdo de las vacías tardes de domingo y de la sensación, en cierto modo, de vacío interior.

-Me acuerdo de esas veces en que no sabes si estás muy feliz o muy triste.

-Me acuerdo de los pueblos vacíos. De las lunas tintadas de verde. Y de los carteles de neón justo cuando se apagan.


Joe Brainard
Me acuerdo
(Sexto Piso, Madrid, 2009)

miércoles, 5 de agosto de 2009

Una del admirable viejo húngaro...

Lo que él quería descubrir era por qué alguien se dedica a escribir. ¿Por placer? Sospechaba que, lejos de procurar satisfacción, debía de ser un ejercicio doloroso, puesto que lo que se moldea en palabras se pierde para siempre y lo único que queda es un poso de mala conciencia, como cuando se comete un delito por el cual tarde o temprano habrá que responder ante la justicia.

Sándor Márai
Los rebeldes
(Salamandra, Barcelona, 2009)