viernes, 7 de agosto de 2009

Desde la maravillosa sencillez...

-Me acuerdo de desear haber sabido antes lo que sé ahora.

-Me acuerdo de los sonidos de las retransmisiones de beisbol que llegaban desde el garaje los sábados por la tarde.

-Me acuerdo de mi abuelo, que no creía en los médicos. No trabajaba porque tenía un tumor. Se pasaba el día jugando a las cartas. También escribía poemas. Tenía las uñas de los pies largas y feas. Hacía todo lo posible por no mirarle los pies.

-Me acuerdo de haberme intentado imaginarme a mi madre y a mi padre follando.

-Me acuerdo de Royla Cochran. Vivía en una buhardilla y hacía unos muñecos muy alargados de cera. Estuvo casada con un poeta manco hasta que éste murió. Murió, contaba ella, de un dolor en el brazo que le faltaba.

-Me acuerdo de arrepentirme de no haber hecho cosas.

-Me acuerdo de una historia sobre una pareja que tenía un diner. El marido asesinó a la esposa y la hizo picadillo para la carne de las hamburguesas. Luego un día un hombre se estaba comiendo una hamburguesa y se encontró un trozo de uña. Así fue como descubrieron al marido.

-Me acuerdo de las vacías tardes de domingo y de la sensación, en cierto modo, de vacío interior.

-Me acuerdo de esas veces en que no sabes si estás muy feliz o muy triste.

-Me acuerdo de los pueblos vacíos. De las lunas tintadas de verde. Y de los carteles de neón justo cuando se apagan.


Joe Brainard
Me acuerdo
(Sexto Piso, Madrid, 2009)