viernes, 31 de agosto de 2007

Mi amigo tiene razón... Se aparece...

El material con que se construyen las palabras
y la argamasa que lo une
me han ido enseñando poco a poco
un ritmo secreto y solitario.

He aprendido así que toda construcción es una música
y que toda música está hecha de miradas.
La mirada de una palabra es su sentido,
entre los párpados temblorosos de una pérdida.

Porque no somos nosotros los que miramos las palabras:
son ellas las que nos miran a nosotros
y quizá también más allá de nosotros,
parpadeando con un ritmo secreto y solitario.

Tal vez mañana encuentre una palabra
que ya no mire hacia ninguna parte
y que tampoco parpadee.
Una palabra que se deje mirar.

Roberto Juarroz
Poesía vertical [Antología] (1991)

jueves, 30 de agosto de 2007

Áspera verdad...

... la materia prima de la literatura no es la felicidad sino la infelicidad humana, y los escritores, como los buitres, se alimentan preferentemente de carroña.

Mario Vargas Llosa
Historia secreta de una novela (1971)

miércoles, 29 de agosto de 2007

Lucidez

Con mi encadenamiento a la tierra pago la libertad de mis ojos.

Antonio Porchia
Voces reunidas (1989)

En esto creo (también)

La calidad de la poesía se define por la rapidez y el vigor con que impone sus proyectos perentorios a la naturaleza inerte, puramente cuantitativa del léxico. Hay que atravesar velozmente todo el ancho de un río atestado de barcas que se mueven en todos los sentidos: así se constituye el sentido del discurso poético. No es un itinerario que pueda trazarse preguntando a los barqueros: ellos no podrán decir ni cómo ni por qué saltó usted de barca en barca.
---El discurso poético está tejido como un tapiz cuyas múltiples tramas no se distinguen más que por el color que les confiere la interpretación, por el escalonamiento de las distancias en las que se mueven sin cesar las señales imperativas de la instrumentación.

Osip Mandelstam
Conversaciones sobre Dante
(Traducido del ruso al francés por Louis Martinez [1977], y del francés al español por Marilyn Contardi y Cecilia Beceyro [1994])

lunes, 27 de agosto de 2007

Asombro sencillo

Porque la poesía es mi explicación del universo, mi convivencia con las cosas, mi participación en lo real, mi encuentro con las voces y las imágenes. Por eso el poema no habla de una vida ideal sino de una vida concreta: ángulo de la ventana, resonancia de las calles, de las ciudades y de los cuartos, sombra de los muros, aparición de rostros, silencio, distancia y brillo de las estrellas, respiración de la noche, perfume del tilo y del orégano.

Sophia de Mello Breyner Andresen
"Arte poética II"
Desnuda y aguda la dulzura de la vida (2002)

domingo, 26 de agosto de 2007

Dilema y radicalismo nutricional

Aristóteles, cuentan, gustaba de las ensaladas y, parece ser, durante las sesiones en las que instruyó al famoso Alejandro que la historia nos ha hecho admirar, no comía otra cosa que no fueran vegetales cocidos levemente con una pizca de sal y aderezados con distintos tipos de aceite de olivo. Feliz digestión debió tener el insigne maestro, verduritas sanas y, supongo, deliciosas para su griego paladar. Quizá por eso se asocia al vegetarianismo con la inteligencia y la sobriedad, quién sabe.
---Por otro lado, Tomás de Aquino, de acuerdo con ciertas crónicas de la época, solía degustar enormes cantidades de alimento sin distingo entre los reinos: lo mismo un lechón que enormes tazones de fruta o espirituosas bebidas que lo conectaban con el cosmos. Se dice lo mismo de Kant (adicto a los banquetes de numerosos platillos), de Lutero (grosero y sucio engullidor de casi cualquier cosa) y otros tantos exiliados de la conciencia salutífera que conmina a supeditar la dieta a lo que “caiga bien”.
---La lista de practicantes ilustres de ambas posturas con respecto a la alimentación es numerosa, pero en ninguno de tales casos el hecho de que se coma tal o cual cosa riñe con el intelecto pródigo. De aquí que discutir sobre el tema sea ocioso y poco menos que inútil. Aunque viene al caso por cierto malestar que me causa no ser capaz de tomar una decisión definitiva con respecto a qué demonios debo comer.
---En estos tiempos, tonto y ridículo que soy, me debato entre continuar con mis más preciadas costumbres de consumo inmoderado o seguir los consejos (bienintencionados, supongo) de los médicos o mis numerosos amigos vegetarianos. Por supuesto, en más de una ocasión he proferido alabanzas desmedidas en pro de Balzac y ofendido hasta la blasfemia la memoria de Bernard Shaw. Pero no dejo de pensar en el riesgo que implica el disfrute de lo inconveniente y tampoco me abandona la idea de que mi ánimo tocaría fondo si acato las normas de lo apropiado, lo que hace “estar bien de salud”. ¡Oh, paradoja irresoluble que inflama el espíritu endeble de los adscritos a la religión común de los sabores simples que nos llevan a la tumba con prisa denodada!
---Quiero creer que mi asunto no es ir tras la longevidad sino acercar mis huesos a un mejor sentir en términos de goce y satisfacción de cara a lo que pueda venir, el inconveniente sigue siendo mi casi nula disciplina en ese menester de cuidarme con minucioso y mentido afán cada que el cuerpo me reclama. “Piedad para el que sufre” reza un pertinente bolero que retrata mi situación y condena en estos momentos. Lejos temo ver (entonces) los días de vino, rosas, robustos cortes de vacuno difunto a la mesa y perniciosos condimentos que desintegran deliciosamente el estómago.
---En fin, tristezas más o menos, esta sucia condición descastada del que vive con miedo de verse forzado a huir del sabroso infierno para lamentar después su impuesta búsqueda del paraíso saludable, me trae deshecho y dando tumbos ante el espectáculo de quien asume el gozo sin culpas y, sanamente, ignora el riesgo. Dichosos ellos que con todo mi corazón envidio.

sábado, 25 de agosto de 2007

La maga pampera dice...

Analizar el lenguaje de la poesía en sus sonidos y en sus resonancias es atrapar a un coleóptero, a un ángel, a un dios en estado natural y salvaje y someterlo a injertos y disecciones, hasta lograr un cadáver amorfo. Los poetas conviven con las palabras. Sí, las nutren, las mastican, las aplastan, las pulverizan; combaten por saber quién sirve a quién, o pactan con ellas, o tienen una relación semejante a la de los amantes. La poesía es un organismo vivo, rebelde, en permanente revolución, en permanente metamorfosis.
---(...) sólo puedo decir que más allá de cualquier posible discrepancia de acción y de fe, la poesía es un acto de fe, una crítica de la vida, un cuestionamiento de la realidad, una respuesta frente a la carencia del hombre en el mundo, una tentativa por aunar las fuerzas que se oponen en este universo regido por la distancia y por el tiempo, un intento supremo y desesperado de verdad y rescate en la perduración.

Olga Orozco
Alrededor de la creación poética

viernes, 24 de agosto de 2007

Del maestro Donoso...

Es que las narraciones, para sobrevivir, deben ser más que un acopio de datos entrelazados en la cadena del tiempo: es necesario cierto soplo para animar el cristal de la imaginación de modo que, no transparentes sino traslúcidas, retengan una parte de la mirada, rechazando su función de transparencia total para que así la imagen retenida dé paso a otra imagen tan completa que se desintegre al tocar el desorden lineal de la realidad.
---
José Donoso
Conjeturas sobre la memoria de mi tribu (1996)

jueves, 23 de agosto de 2007

Visión parcial del gran relator

Mucho antes de que Scherezada se volviera la relatora que unificara una tan extensa como diversa tradición de narraciones orientales, las comunidades nómadas donde tales relatos se originaron ya sabían que el motivo de Dios para crear el mundo no era un propósito ligado a la trascendencia sino su amor por las historias. Como cualquier lector, Dios pudo, en un momento de ansiedad, imaginar las historias y toda la múltiple variedad de estrategias, tonos y momentos en que podrían ser contadas. Por tanto, no hablo sólo de un creador omnisapiente, ejercito la humana y simple potestad de imaginarlo mirando el escenario que dispuso para emocionarse con nuestras risibles o trágicas cabriolas. Dios, quiero suponer, me parece imposible sin un amor desmedido por la imprevisión y la voluntad de interferir lo menos con nuestra imperfecta naturaleza que, gracias al cielo, produce y reproduce todo giro narrativo probable (incluso, creo, improbable; no puedo pensar en la permanencia de un juego combinatorio que haya agotado sus finitas variantes y, para bien o mal, seguimos aquí).
---Si alguien me habla de Dios como “el gran relator” yo no podría disentir pero, tiendo a suponer, a veces las cosas y los eventos indican o parecen dejar ver su intención de disponer los materiales necesarios para que, por sí mismos, iniciaran una progresión interminable, una móvil mixtura de todo lo imaginable, un batido sin fin del que sólo percibimos ecos poco claros, siempre en su vehículo sonoro de lenguajes. El que relata (más si se trata de Dios mismo) sabe que sin la libertad de lo que crea es imposible una historia que seduzca, conmueva, interese; además, conoce que dicha libertad no resulta comprensible o, al menos, apreciable, sin un determinado marco de orden para suceder. Un cuento ha sido siempre la zona confusa donde ciertos eventos aspiran a encontrar un equilibrio que los haga posibles. Lo que venga, es cosa de un futuro que no puede saberse.
---El relator no es un tirano, no puede; esto es, rige pero algo escapa de modo inevitable. Es en esa fuga donde radica lo imprevisto necesario, es en esa grieta donde vive la posibilidad interpretativa y se produce el gozo, la feliz noticia de que hay momentos en la línea del tiempo capaces de poner ante nosotros una muestra sencilla y difícil de que nuestros asuntos como seres no se limitan a lo puramente material, que gracias a esas imperfecciones es que podemos reconocernos falibles e interesantes. En esas mismas aberturas es donde los propósitos valen muy poco y la libertad de lo narrado opera sus mecanismos invisibles y arbitrarios. No hay lectura posible sin ese reconocimiento, o bien, lectura que pueda permitirnos alguna brecha de insondable ejercicio imaginativo que nos haga distintos y, como de vez en cuando creo, mejores.
---La formación personal es la que deja ver el mundo para referirlo en nuestros propios términos. Podemos estar condicionados por el tiempo y el lenguaje, por los hechos del universo cercano y la genética, por lo que se les ocurra, pero es en esa particularidad donde florecen los senderos de un jardín inacabable, las estancias de una biblioteca finita pero imposible, las traiciones sin motivo pero reales, las canciones olvidadas pero presentes, las flores de perfume imaginable. Pero claro, como Dios mismo (valga la blasfemia), llegamos a los relatos con la impotencia de quien aprecia y espera condicionado por la arena que cae sin detenerse. Estamos en un relato inmenso construido de relatos que a su vez contienen otros, y no hay salida posible.
---Llegar a la palabra escrita es apenas un sucedáneo de vivir inmersos en un mar de narraciones comunes; toda casa es un texto que se abre y cierra en las estancias del día, la familia es un compendio de cuentos donde la sangre común imprime su sello a lo que ha pasado para modificarse en palabras que no terminan de aparecer. Leer es una hermosa prisión de puertas abiertas a la que debe entrarse con la sumisión crítica de quien se deja seducir porque se sabe vivo y con eso basta.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Residencia en Neruda

Siempre he creído en la poesía como una forma de la negación, como un producto o criatura que, en palabras de Neruda, nace “de un largo rechazo”. Ignoro si topé con ella por azar, si acaso me llamó o dio conmigo, si la busqué desde la infame nube de preguntas que fue la infancia para mí. Mi memoria no registra ese punto oscuro donde la lengua se tuerce y transforma, donde los ojos comienzan a borrar la superficie de las cosas y aquello que las nombra. Puedo rememorar la crespa cumbre de un árbol desde donde vi las formas de la luz como lo único. Puedo evocar, también, palabras que la gente arrugó como basura y lanzó al cesto común de mis oídos. Pero aunque bendiga las voces distraídas de aves ya muertas o el dolor que producen los venenos, no tengo la más mínima idea del comienzo de todo.
---La poesía puede ser concebida como una forma acendrada de la intuición, como algo que ofrece una respuesta clara e inservible que no puede referirse. Cuando escribo esto sólo tengo en cuenta mis impresiones y no pretendo establecer concepto alguno; me interesa más imaginar ese instante de encuentro donde queda la boca sin respuesta porque la razón no puede descifrar el truco que la realidad le ha impuesto como por azar. Incluso el lenguaje, dicho o escrito, ese rostro habitual del poema, no puede verse como un conjunto de piezas móviles que dependan por completo de nosotros; se trata de un proceso vivo, la escritura es el ejercicio de un accidente y cada gramática es un registro inacabado. Con esos materiales se desempeña el oficio más inocente y de mayor misterio de cuantos conozco.
---Dar con una línea o escuchar los sonidos tejidos de la calle nos conduce o hace detener, nos deja una impresión de verdad o cosa parecida que obliga a la coincidencia, pero siempre bajo el convencimiento de que no es definitiva dicha impresión. Neruda dice: “Hay algo enemigo temblando en mi certidumbre”, y ese enemigo es un NO que se opone a la existencia particular pero la confirma. Tal NO es el vértice donde se anudan las interrogantes y de donde parten los hilos con que se escribe la diaria prueba de que sentimos y que tal condición inexpresable nos determina. Por ese NO es que se fabrica otra vía que ofrece cauce a la intención de dar con algo que siempre queda más allá. El poema es la medida de esa tentación y ese acercamiento. Quien escribe, reordena y se basa en lo percibido y su interpretación. Quien escribe poemas añade a lo anterior la condena de saber que no se consigue timbrar el ánimo de otro sin alejarse de las convenciones; por eso el lenguaje debe ser transformado (sin atender a cómo pueda describirse tal mutación). El poeta apenas concibe una casa modesta que habrán de habitar los demás. Leer es levantar un templo cuyo dios aparente debe desaparecer para dar sitio al culto de su pobre testimonio, ahí donde todos (sin excepción) podemos encontrarnos.
---Así como no guardo memoria de un principio, tampoco tengo certeza de hacer lo debido. Me agrada la imagen del pez que se ve condicionado por el agua pero sueña con el aire sin saber nada concreto del mismo. Y, para no evitar una tercera mención, me adscribo al modo como Neruda, en un verso memorable, describe el estado del poeta como “un ruido de espadas inútiles que se oye” en el alma. En las palabras, aunque sean transformadas por el uso, late un ruidoso secreto del que apenas conocemos un eco que nos rozó durante el sueño. Y que no sirve de nada; quizá por eso sea tan necesario.

martes, 21 de agosto de 2007

Stevenson apunta un sueño

En la experiencia particular, no valen todas las obras humanas de todos los siglos para anular un evento personal, único, que hayamos teñido de trascendencia. El punto, claro, no estriba en el hecho de la trascendencia, de ahí la suavización que se busca al utilizar el verbo teñir. Lo que digo es, como ya alguna vez lo dejó sentir Catulo o lo entrevió Shakespeare o lo escribió Stevenson, que en ocasiones basta presenciar un hecho o participar de él para que la memoria elabore una compleja maraña de relaciones que conducen la vivencia al plano del recuerdo imborrable.
---Así como cierto amigo mío evoca y otorga significados a ese momento en su pasado cuando conoció una huerta que pertenecía a su abuelo; un día en el que comenzó a preguntarse los porqués de la extraña floración del mango, la frescura del agua de la noria o los varios dibujos de la luz que cae filtrada por la fronda de un chicozapote; así eligió Sergio Pitol plantear un relato/ensayo donde la importancia del punto de vista en la narrativa se relaciona íntimamente con el hecho de recorrer Venecia sin anteojos y hacerlo de nuevo al día siguiente, cuando los había recuperado. También Seamus Heaney, en un texto maravilloso, describe lo que rememora como su primer encuentro con la experiencia poética a través de contar como, cuando niño, entró en un campo sembrado de guisantes y se recostó en el centro para perder cualquier noción de ubicación, pasar por la extrañeza y acabar en el más puro y desconocido asombro.
---Aunque en este instante cito mayormente casos que han llegado a mí a través de la lectura, no defiendo el texto por sobre lo vivido, jamás podría colocar alguna obra determinada sobre la estatura humana de nadie. Y no trato de moralizar sino de colocar en perspectiva que, por mucho que digan ciertos radicales, aunque la vida forme parte ineludible de la obra de arte, esta NO ES la vida; puede parecerse, evocarla, hacerla sentir, formar parte de, hacernos decir que lo es, pero simplemente no. En todo caso, si llegara a “serlo” se vería condicionada (cualquier obra de que se trate) por su temporalidad. Si acaso la obra llegara a ser la vida, sería por un breve lapso que, presiento, ni siquiera notaríamos.
---No se trata de que las cosas o los seres estén vivos, es la conciencia la que nos hace admitirlo o concederlo o descubrirlo; por este motivo, la fuerza imaginativa no carece de crédito y ha producido sorprendentes obras que vencen cualquier esfuerzo hermenéutico. No puedo negar lo que se pierde, lo que el tiempo deshace o transforma, pero nuestros discursos no valen un gramo de nada ante la contundencia simple de todo lo que late sin la voluntad magnánima de un ser que cree saberse conciente de las cosas y funda certezas que habrán de vencerse mañana o cuando pulse la siguiente tecla.
---Si vuelvo a la literatura, es ahí donde veo el sueño lúcido de Stevenson de incluso desear que no haya libros con tal de que la compasión fuese una regla general entre los seres dizque pensantes que habitamos esta ínfima pelota estelar. El escritor inglés no diserta, no reflexiona, apenas apunta un deseo tras escuchar a un igual distinto referirle dudas y opiniones cuya lógica sencilla derrota las explicaciones. Hace poco alguien me decía sobre no sé qué “Es que eso es absurdo” y precisamente ahí es donde el problema radica, somos incapaces de aceptar que la razón, con todo y lo necesaria que es, no pasa de ser invención nuestra y nuestra raíz inexpresable da con ella en el suelo siempre, siempre, siempre.
---Sí, ya sé, me he ido en banda de nuevo. Pero bueno, ya decía Sterne que sin la digresión no hay literatura posible. Y este espacio no es terreno para la pontificación sino para la libre exposición de impresiones (en la pobre medida que el lenguaje y mi capacidad de usarlo permitan). Por mucho que trato de convencerme, no veo muchos sueños que rebasen en belleza al que apuntó alguna vez el autor de La isla del tesoro. Puedo agradecer a Borges la pista que me condujo a Stevenson y agradecer a éste por llevarme a donde no sé pero persigo.

Dos margaritas de un imprescindible...


-El poema gana si adivinamos que es la manifestación de un anhelo, no la historia de un hecho.
["El otro"]

-Las palabras son símbolos que postulan una memoria compartida.
["El congreso"]

Jorge Luis Borges
El libro de arena (1975)

viernes, 17 de agosto de 2007

Miren quién se justifica...

La bombilla encendida, la casa silenciosa, la oscuridad del exterior, los últimos momentos de vigilia, todo ello me da derecho a escribir aunque sea las cosas más deplorables. Y me apresuro a usar este derecho. Así soy yo.

Franz Kafka
(Diarios, 25 de diciembre de 1910)

jueves, 16 de agosto de 2007

Tatuaje de signos atroces

Tres semanas antes de morir, el poeta Abigael Bohórquez entregó un ensayo a cierto amigo suyo, columnista del suplemento cultural de Excélsior por aquellos días, donde abordaba la poesía desde su perspectiva de lector. Dicho ensayo, que yo recuerde, jamás fue publicado pero conozco su contenido gracias a una lectura fortuita que se realizó el día en que la única copia existente fue puesta en manos del columnista que menciono líneas arriba y que, todo indica, no pudo hacer llegar el texto a las prensas.
---En el ensayo se hacía una clara referencia a la poesía como “un tatuaje de signos atroces” y, de algún modo, la cita me ha acompañado desde entonces. No dejo de imaginar al poeta como un “enfermo” (Kafka me lo ha enseñado también, así se describe al especular en una carta sobre los motivos de su alejamiento de Milena Jésenska), incurable, que sufre y goza de una condición de la que no puede librarse; por eso quizá la palabra tatuaje funciona debidamente, por su doble carga de imagen indeleble que a la vez precisa de cierto rango de voluntad y aceptación para ser.
---Ahora bien, el tatuaje es sin duda un signo que remite a una temporalidad perdida en los orígenes de las sociedades humanas; sus formas de representación nos dicen algo incomprensible pero cercano y en lo que secretamente encierra su trazo conviven lo particular y lo colectivo. La poesía no carece de rasgos similares porque, no hay que olvidar, hubo un tiempo en el que no se hallaba aprisionada formalmente por el lenguaje escrito.
---Luego llegamos al adjetivo. La atrocidad se separa de lo que puede calificarse como terrible en un grado de intensidad mayor de lo común. Tampoco puede desligarse del miedo. Atroz pude ser una palabra útil porque, en cierto sentido ligado a lo ancestral, el poeta no deja de compartir el campo semántico de las palabras que lo pretenden designar con las que buscan definir al vidente, al intérprete lúcido que puede hacer suya la voz donde los otros pueden encontrarse.
---El papel que juega lo atroz es de radical importancia. La mirada interior del poeta no evita topar con el anverso de las virtudes que constituye, desde la más lejana antigüedad, nuestra nómina de términos descriptivos más usual. Desde el Gilgamesh, pasando por Homero, Virgilio, Dante, Villon, Skakespeare, Cervantes, Milton, Kafka o Blok para llegar a la contemporaneidad, no hay sensible variación en la evidencia que nos muestra como fruto inacabado de una pérdida o producto de una descomposición incesante. El mismo Bohórquez dijo también una vez: “No hay para el poeta una recompensa sino una condena doble: miseria y soledad”. La facultad de la videncia no augura otro beneficio que el desencanto (o el doble “desencanto y decepción” que reservaba W. B. Yeats para los verdaderos artistas).
---Tal vez por estas razones no me desagrada coincidir con Carlos Fuentes cuando en una entrevista menciona que “toda literatura procede del miedo”. Se trata de un temor a mencionar, a evocar de vuelta los poderes perdidos de la palabra a través del desgaste progresivo de los siglos. A esa claridad que espanta puede llegarse de múltiples maneras y el trabajo sin fin del poeta (aquí podría ampliarse el término para que abarque a cualquier artista) es la búsqueda continua de esa belleza diversa que admite adjetivos benévolos o temibles.
---Si la poesía es, como antes se dijo, “un tatuaje de signos atroces”, hago mía esa frase que consigue ligar sus palabras a la contundencia de una impresión que tengo y persigo compartir o evitar que sea desapercibida (a sabiendas del nulo éxito que promete una intención de este tipo). En ocasiones, hacen más falta los poetas de lo que creemos. Yo no tengo esperanza alguna en nada y, sin embargo, tengo una fe indestructible en los poderes nada inocuos de la lectura. El poeta (el de verdad) puede no saber de lo que habla, pero habla; conoce y desdeña el murmullo (tan, pero tan colectivo) que nos aleja de lo que somos íntimamente.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Un poema bellísimo de un viejo admirable...

sueño que no se entiende
a sí mismo/delirio
fiel solamente a la palabra que
se hace noche/reflejo

que arde solo/oro oscuro
en la pasión de nadie que es de todos
y abandonada luz/no sabe
lo que dice/ve sin ver/se piensa

como dolor/es clara la hermosura
de su memoria aterrada
en cada despertar/el desgarrón

de la conciencia y la mano que toca
el peso de sus entrañas como
voz sin destino/

Juan Gelman
Incompletamente (1997)

martes, 14 de agosto de 2007

Simultaneidad...

¿Con qué me quedo? ¿Con la profundización crítica o con una sorpresa estimulante? Creo que me quedo con ambas cosas, anárquicamente intercaladas y simultáneas. La simultaneidad en el trabajo creativo viene de la profundización: a veces, excavando a fondo la tierra se ve de repente un fulgor, una gema inesperada.
---
Clarice Lispector
Un soplo de vida (1978)

lunes, 6 de agosto de 2007

Sugerencia (de algo puede servir)...

Cuando escribo, procedo por series: tengo muchas carpetas donde meto las páginas escritas, según las ideas que me pasan por la cabeza, o apuntes de cosas que quisiera escribir. Tengo una carpeta para los objetos, una carpeta para los animales, una para las personas, una carpeta para los personajes históricos y otra para los héroes de la mitología; tengo una carpeta sobre las cuatro estaciones y una sobre los cinco sentidos; en una recojo páginas sobre las ciudades y los paisajes de mi vida y en otra ciudades imaginarias, fuera del espacio y del tiempo. Cuando una carpeta empieza a llenarse de páginas, me pongo a pensar en el libro que puedo sacar de ellas.
---
Italo Calvino
(Fragmento de una conferencia pronunciada por el escritor -en inglés-, el 29 de marzo de 1983, para los estudiantes de la Graduate Writing Division de la Columbia University de New York [traducción: Aurora Bernárdez])

domingo, 5 de agosto de 2007

Patios

Todos los patios son particulares. El poeta latino Varrón consignaba, en una célebre alabanza a la vida pastoril, que en ningún otro lugar podía hallar la paz necesaria para la reflexión como en su solar de descanso en una villa no muy lejos de Roma. Comentaba también que no concebía mejor sitio para comer (bajo un enorme sauce que presumía poseer en su jardín, al lado de acacias, flores varias, un encino y dos menudos olivos), fuera un buen amasijo de verduras frescas aderezadas con aceite o pan remojado en los jugos de la carne que probaría, seguramente, en la noche mediterránea.
---Así como él, Santo Tomás gozaba de pasar ratos nada cortos bajo la luz solar de la tarde contemplando el cerco de flores que delimitaba su pequeño patio trasero, sólo Dios sabe qué demonios pasaba entonces por su cabeza pero no parece extraño que hubiera tomado la siesta o bebido un poco de vino.
---Laurence Sterne poseyó por muchos años una casa de campo que visitaba con frecuencia para poder jugar con sus perros, entablar alguna partida inofensiva de cartas con algún amigo, leer un buen libro o repasar los sermones de sus próximas prédicas.
---La poeta Esmeralda Rivas Morejón, nacida en Paraguay hace casi dos siglos, dejó anotado en sus memorias que si algo extrañaba de su casa familiar era la extensión del patio donde podía correr tras alguna abeja o mariposa, retirar la hierba nociva de los limoneros o arrojar un gato a la profunda noria que se hallaba al fondo de la propiedad.
---Durante su infancia, recordaba el clarinetista sinaloense Cruz Montiel, la parte anterior de la casa de su hermana mayor daba hacia la ribera del Río Fuerte, ahí pasó muchos días mojándose la sesera o espiando lavanderas.
---Ahora, me viene a la memoria que hace pocos años llevé a mi sobrino a conocer el patio en ruinas del lugar donde me criaron sus abuelos (el pobre vive en una ratonera de interés social sin más espacio libre que nueve metros cuadrados con suelo de cemento); el niño pasó asombrado más de cuatro horas recorriendo cada planta desconocida, cada bicho ignorado, cada piedra y cada pregunta que se le ocurrió sin poner atención a la respuesta que se le daba. Claro, no quiso abandonar el lugar sino a precio de lágrima, reclamo y berrido, estaba materialmente encantado.
---No lo culpo, ese pedazo de tierra se convertía en laguna tras las lluvias, las noches de marzo y abril se cubría de copechis, zumbaba de avispas cuando floreaban los mangos, el viento de diciembre conversaba ininteligible con los naranjos o el dátil, anidaban lechuzas blancas todo el invierno, había un alacrán bajo cada piedra, las raíces del guamúchil levantaban las losetas de la cochera, las hormigas dibujaron su ruta todos los veranos, las gallinas destruyeron cada intento de plantar hortalizas, los gatos del vecindario sufrieron el diente de los perros, la húmeda fronda de una higuera sirvió de escondite a una tortuga, todo tenía su sentido inexpresable.
---Más allá de la cursi evocación o la ramplona ridiculez de estas palabras, los patios bien parecen un espacio que no se retira ni desaparece. Pienso en mi sobrino que apenas habla y a partir de aquel día no deja de pedir que lo lleven a una casa que habrá de perderse dentro de poco y no volverá a pisar. ¿Puede darse una explicación que pueda eliminar el ansia? Parece que no. De cualquier modo, todo indica que tampoco yo veré muchas veces más ese patio.
---Me gusta la idea de pensar en los patios como Alberto Ruy Sánchez define los jardines en cierta novela (Los jardines secretos de Mogador), algo así como un espacio que uno encuentra a través del deseo para reinventarlo una y otra vez. Sin sucesos como estos es imposible que las palabras sirvan para más cosa que indicar, describir o señalar lo burdamente necesario. De modo feliz, nadie puede evadir la necesidad de volver a la imagen difusa del pasado para aclararla con lo que involuntariamente nos acosa o seduce.

sábado, 4 de agosto de 2007

Coincidencia...

La literatura está disponible para todos y todos tenemos derecho a ella, hasta aquellos que van a escribir siguiendo unas normas arcaicas o expresando sus puntos de vista o intereses políticos. Incluso creo que el eterno predominio de la mala literatura es lógico y beneficioso. Sirve como plataforma de frustración que despierta la necesidad de buscar una obra valiosa, motivando así la creatividad y la receptividad.
---
Dusan Velickovic
Amor Mundi (2003)

Por casualidad reencontrado...

Si quieres merecer el infierno, ni siquiera tienes que levantarte de la cama. El mundo en sí ya es pura injusticia; si lo aceptas, te conviertes en su cómplice; si lo cambias, te conviertes en un ejecutor.
---
Jean Paul Sartre
El diablo y el buen Dios (1976)

viernes, 3 de agosto de 2007

Más perlas (del mismo insigne viejo)...

* ... el único lenguaje del artista es el viviente, el lenguaje en que se vive, se ama y se muere; ya que en los instantes esenciales de nuestra existencia todos mostramos estar hechos con idéntica materia: modesta, precaria, popular.
---
* Muchos escritores prefieren emplear palabras presuntuosas, en parte porque a nadie le gusta mostrar a las claras que lo que dice es una trivialidad, y además porque detrás de esos ruidos no hay ni auténtica vida ni auténtica muerte: no hay más que "literatura".
---
* No es que me repugne lo extenso: me repugna lo extendido, que no es lo mismo.
---
* Diálogo, sí. Pero no sofístico ni catequístico, en los que siempre sale ganando el autor del libreto. Diálogo libre, herético, mal educado. Ya que al fin de cuentas la verdad tiene mucho que ver con la mala educación, puesto que la buena es atenerse a las normas consagradas.
---
Ernesto Sábato
Heterodoxia (1951)