miércoles, 26 de agosto de 2009

Aunque las visitas tropiecen...

Confieso no creer en el tiempo. Me gusta doblar mi tapete mágico, después de usado, en tal forma que una parte del dibujo se superponga a la otra. Aunque las visitas tropiecen. Y encuentro el más elevado placer de la ausencia de tiempo -en un paisaje elegido al azar- entre mariposas raras y sus plantas alimenticias. Es el éxtasis, y detrás de éxtasis está otra cosa algo difícil de explicar. Es como un vacío momentáneo al que se precipita todo lo que amo. Un sentido de unión con el sol y la piedra. Un estremecimiento de gratitud, dirigido a quien corresponda: al genio contrapunteado del sino humano o a los afectuosos fantasmas que miman a un mortal con suerte.

Vladimir Nabokov
Habla, memoria
(Edivisión, México, 1992)