jueves, 4 de octubre de 2007

Nudos

Ante lo convencional que resulta, como estrategia literaria, soñar a otro o ser soñado por él, un hombre decide ser él mismo y ensayarse distinto en lo que hace.
---Como un escritor, se piensa un solitario asesino, de golpe y cuchillo, que aguarda en un oscuro callejón por su presa femenina.
---Como un asesino, se sabe competente, rápido y preciso, de tal suerte que no tarda sino pocos segundos en partir la cabeza de una dama que, incauta, tuvo la ocurrencia de pasar por ahí.
---Como un artista, dibuja a puro trazo de navaja la flor que imagina en el abdomen de la muerta, derramando el rojo de sus pétalos que se abren y crecen con cada tripa que brota del boceto.
---Como un sastre, deduce que el antes verde vestido de la difunta luce ahora un estampado marrón oscuro, más elegante y adecuado a los tiempos que corren.
---Como un marino, extraño y alejado de todo, decide poner en práctica, con cada tripa que ha conocido el aire por la herida, sus vastos conocimientos en el arte de hacer nudos. Desde los más sencillos hasta los más elaborados, todos acaban deshechos, como si usara cabellos.
---Como un niño, se asegura de que no existan testigos de la travesura, arranca los ojos del cadáver y se pone a jugar a las canicas.
---Como un cocinero, orgulloso de su logro, sólo piensa en que descubran el cuerpo aún caliente, que se admire la oscura consistencia del viscoso turrón que enamora las moscas.
---Como un asesino, de nuevo, huye por la noche amparado en la estatura sin luz de cada sombra que proyecta la ciudad.
---Como un escritor, llega a casa, lava los rastros de sangre de sus manos, cambia de ropa, enciende la luz de su estudio, se coloca frente a la máquina de escribir, piensa en lo convencional de ciertas estrategias literarias y decide ser él mismo.