sábado, 29 de septiembre de 2007

Algo de lo que no abandona la memoria

Hace por lo menos diecisiete años, en algún suplemento literario nacional, topé con un ensayo pequeño en el que se hablaba de narrativa “fractal” y se mencionaba, entre otros nombres, el de un atípico escritor originario de Brooklyn (New York): Paul Auster. De algún modo, lo poco que ahí se decía debió ser atractivo para mí, de manera que busqué infructuosamente sus libros por un tiempo. Meses después, llegaron a mis manos The Invention of Solitude y The New York Trilogy, en sobrias ediciones “paperback”. Mi entusiasmo fue inmediato.
---Poco después, algunos escritores mexicanos comenzaron a abordar su obra (que ya se editaba en España, bajo el sello editorial Anagrama, y comenzaba a circular en este país). Federico Campbell publicó un ensayo excelente acerca de La Invención de la Soledad, y yo tenía ya en mis estantes Leviatán y esa pequeña joya perturbadora que es La Música del Azar. Gracias a otra inolvidable persona, conseguí una copia de The Art of Hunger, una reunión de ensayos y entrevistas que me acercó un poco más al modo como Auster mira la literatura y a sus atractivas (o desconcertantes) obsesiones como lector.
---El Palacio de la Luna, En el país de las últimas cosas y Mr. Vértigo, confirmaron que Auster no había llegado como un inquilino convencional al templo bizarro de la novela norteamericana. Fanático del béisbol, lector devoto de Kafka, Hamsun, Borges y Cervantes, cuando terminó su carrera embarcó como simple trabajador en un carguero en el que recorrió buena parte del globo, trabajó como “negro” literario en Francia y fue ahí donde comenzó a escribir, aunque no lo parezca, poemas. Después de El cuaderno rojo –iluminador– y Why to write, pude leer su poesía completa, Disappearences, que años después se editaría en español bajo el sello de PreTextos.
---De su aventura pasajera (hace poco retomada) en el cine puedo decir poco, pero me encantan la película Smoke de Wayne Wang (también la versión cinematográfica de La Música del Azar, con Mandy Patinkin y James Spader, aunque no sé cuál fue exactamente su rol en la produccion salvo por un cameo en el final de la cinta) y su secuela (dirigida por él mismo) Blue in the face.
---La “fiebre” Auster, que con los años se ha incrementado en sus lectores de lengua española (a pesar de algunas lamentables traducciones), se origina –creo– en una puesta en juego de múltiples apariencias de lo real, cuyas conexiones van signadas por el azar, la infrecuencia y la interferencia de los universos ficcionales de la tradición en nuevas historias donde los personajes hallan su determinación en todo aquello que no se supuso jamás que debía o podía siquiera ocurrir.
---Habrá que esperar, después de Tombuctú, Experimentos con la verdad, El libro de las ilusiones, La noche del oráculo, Brooklyn Follies y Viajes en el escriptorium qué nuevos rumbos toma la escritura de este imprescindible escritor. Me agrada recordar sus palabras en una reciente entrevista: “La escritura enseña mucha humildad. Las malas oraciones, las ideas fallidas, los esfuerzos vanos… Detrás de cada libro hay carnicerías, incendios y naufragios”. Le debo, como muchos, lecciones inapreciables y momentos de lectura que no se irán de mi memoria.