viernes, 24 de diciembre de 2010
A pesar de que la época reniegue...
martes, 21 de diciembre de 2010
En el margen de lo que no...
lunes, 13 de diciembre de 2010
Debería serlo, cómo chingados no...
sábado, 11 de diciembre de 2010
La mayoría, si no es que todos...
martes, 7 de diciembre de 2010
El olfato de Philip Roth no falla...
domingo, 21 de noviembre de 2010
Para recordar algo de lo bueno...
sábado, 20 de noviembre de 2010
La tan ardua y esquiva honradez...
viernes, 15 de octubre de 2010
De frente al canon literario...
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Sobre juegos perversos...
martes, 28 de septiembre de 2010
Una especie de necedad...
viernes, 24 de septiembre de 2010
Una simpleza aparente...
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Escrupulosamente...
lunes, 13 de septiembre de 2010
Por ley de probabilidad...
viernes, 10 de septiembre de 2010
Absolutamente todos...
jueves, 2 de septiembre de 2010
Alguien debería, es cierto...
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Ninguna existe por su cuenta...
lunes, 30 de agosto de 2010
Jamás en línea recta...
viernes, 20 de agosto de 2010
No saben a otra cosa...
jueves, 19 de agosto de 2010
Las pinches memorias...
miércoles, 18 de agosto de 2010
Como los discos en la sinfonola...
lunes, 16 de agosto de 2010
Peligros, abismos, terremotos, incendios...
sábado, 14 de agosto de 2010
Con el ojo crítico y relativo...
viernes, 13 de agosto de 2010
Es que así suele ser y ni modo...
jueves, 12 de agosto de 2010
No los descuidaron...
martes, 10 de agosto de 2010
Siempre ha sido suficiente...
lunes, 9 de agosto de 2010
Feas y todo, sólo ahí...
miércoles, 28 de julio de 2010
Todo cambia y todo olvida...
lunes, 26 de julio de 2010
El peso de lo que no se dice...
sábado, 24 de julio de 2010
Oscura, engañosa, voluble, necesaria...
jueves, 22 de julio de 2010
Puertas y ventanas...
miércoles, 21 de julio de 2010
Póquer de aseveraciones...
-Me gustaría ver aniquilada la idea de que el arte es una pseudociencia, de que basta con conocer el arte, de que el arte es cognoscible en el sentido en que lo es un circuito electrónico o un embrión de conejo.
-El valor específico que tiene el arte para el hombre estriba en que está más próximo a la realidad que la ciencia, en que no está dominado, al contrario que la ciencia, por la lógica y la razón; es por consiguiente y esencialmente una actividad liberadora, mientras que la ciencia -por causas tan necesarias como excelentes- es una actividad constrictiva. Por último, y tal vez sea lo más importante, es el mejor de los medios de comunicación entre los seres humanos, ya que es el más rico, el más complejo, el más fácil de comprender.
-El estilo distorsiona la realidad, pero esta distorsión es de hecho la herramienta más vital del arte, ya que mediante su empleo el artista se ve capacitado para expresar sus propios sentimientos y aspiraciones, o los de la comunidad a la que pertenece.
jueves, 15 de julio de 2010
Sana costumbre de ejercitarse...
martes, 13 de julio de 2010
La espiral sin fin...
miércoles, 30 de junio de 2010
Las rarezas, el diablo y su carga...
jueves, 3 de junio de 2010
lunes, 31 de mayo de 2010
No sin ensordecer...
viernes, 28 de mayo de 2010
Cumplir cuarenta años...
lunes, 24 de mayo de 2010
No olvidar las entidades secretas...
viernes, 21 de mayo de 2010
Sólo lo bastante...
lunes, 17 de mayo de 2010
Conciencia y renuncia...
miércoles, 12 de mayo de 2010
No solamente en Harlem ni entonces...
lunes, 10 de mayo de 2010
Videncia, tiempo y misterio...
jueves, 6 de mayo de 2010
Hermoso perro perdido...
martes, 4 de mayo de 2010
Como una serpiente...
viernes, 23 de abril de 2010
martes, 20 de abril de 2010
Un átomo de los que resultan...
sábado, 17 de abril de 2010
Del deber y necesidad de resistir...
miércoles, 7 de abril de 2010
Para amantes de la literatura de viajes...
lunes, 5 de abril de 2010
Lecciones para buscar la escritura...
-Una frase o una imagen siempre me han servido como una forma de derrotero en mi propia confusión o como una manera de protegerme de ciertos aspectos del mundo que me parecen inhóspitos.
-Ignoraba que escribir era más que una intención, que no podría escribir simplemente porque lo decidía sino porque esto se impondría en mí como una escritura en alto relieve sobre la piel de mi cuerpo.
-Nada me aburre más que contar una historia, nada me parece más aburrido que el mundo real o causal en todas sus acepciones. Sólo puedo escribir cuando siento que hay algo que va a aparecer en el camino, alguna dificultad concreta con el lenguaje que me dará ganas de continuar haciéndolo.
-En la literatura como en todo existen los fracasos oficiales y los fracasos privados. Los privados son los más dolorosos, porque nos confrontan con nuestra parte más vulnerable y nos desnudan frente a nosotros mismos.
-Tal vez si entendiese qué me sucede no escribiría, no tengo nada qué contar, pero necesito con todas mis fuerzas decir algo para no perderme definitivamente, en el fondo para no perder la razón y padecer un caos total en mi lenguaje, no saber existir.
-Es esa tensión entre la experiencia y las palabras que están dentro de mí, luchando por salir convertidas en una frase, que se produce la escritura, es una suerte de pelea constante. Y sin embargo no sé cómo consigo hacerlo.
Patricia de Souza
Ellos dos
martes, 30 de marzo de 2010
Otra "Erisipela del humo" recobrada...
Ricardo Solís
1.- Las posturas literarias se asumen y viven con la nada serena convicción de que son las verdaderas y únicas, de que habrán de guardarnos un nicho en la historiografía de la literatura, de que nada vale a su lado y quienes esgrimen otras no merecen respeto alguno pero sí la pira obscena de la burla y el escarnio.
2.- Los vicios de escritura pueden ser involuntarios, cierto, pero empobrecen (se quiera o no) los textos. No saber mirar a la distancia lo que producimos es un pecado que a nada condena salvo al superpoblado cementerio de la papelería insulsa. La redención, aquí, se parece mucho al asumir una condición poco menos que improbable: La honestidad de vernos lo más cerca posible de lo que somos. Pero sin vernos.
3.- Algunas sentencias memorables de Shakespeare, Nietszche, Swift o Celan han sido leídas con asombrosa imprecisión y han producido páginas y páginas de argumentaciones poco menos que ridículas. Nada nos garantiza indulgencias cuando leemos. Para todo lector, la visión del paraíso debe ser –creo– una habitación vacía.
4.- Sherezade debió ser la primera que intuyó las posibilidades del lenguaje para eternizarse a sí misma. Admitamos también que su miedo de morir y voluntad de sobrevivencia le salvan de toda soberbia y todo propósito meramente literario.
5.- Boris Pilniak, en un célebre relato, define como un zorro al escritor y determina que sus características serán siempre la inteligencia y la traición. Aunque no ignoro que todo escritor exhibe, a querer y no, rasgos de moralidad y compromiso, su problema será siempre cómo ligar esa condición con lo inevitable de traicionar. Claro que, la primera de todas las traiciones es, inevitablemente, para con uno mismo.
6.- Amante de la saturación y la digresión, devoto de lo disperso y lo repleto, cierto tipo de escritor se debate siempre entre sus preferencias de escritura y aquello que, de manera contundente, le prueba ser efectivo a pesar de no responder a las premisas que defiende. Sólo en el injusto medio se hace posible la escritura.
Publicado en El Imparcial / 1 de agosto de 2004
lunes, 29 de marzo de 2010
Texto de "Erisipela del humo", recobrado...
Ricardo Solís
Cuando era niño, si mal no recuerdo, las cosas me parecían como enfermas de sí mismas. La pingüica de la acera daba la impresión de no desear crecer. El árbol de mango del patio semejaba un doliente cargado de flores inútiles y, repleto de frutos, lucía como una fuente de dulces gotas pesadas.
La acera de mi cuadra figuraba una pizarra donde alguna vez dijimos el mundo con dibujos insuficientes. Un viejo tractor abandonado hizo (sólo para mí) de balcón para la suave brisa de un beso y una risa, otorgados. Las cosas eran un parecer. Yo veía y callaba.
Ahora sé que bien hicieron mis ancestros en callarse o limitar su voluntad a la voz o la música iletrada. Eligieron la verdad de lo breve que da testimonio su vida con simpleza y desmemoria, una forma de justicia que funda su contento en el desaparecer o el transformarse, porque aquello que se dice de algo que fue es por fuerza otra cosa.
Decidieron, mis lúcidos amores de un antes fotográfico, romper la gris cristalería de mi recuerdo con el humo de palabras que no alcanzan para su referencia. Ignoro nombres, cierto, pero me pueblan rostros, gestos, arrugas, labios, ojos (sobre todo los ojos), pies, vestidos, posturas y narices.
Y todo me da vueltas cuando escribo. Y todo es tan inútil que me río de mí por lo que digo y no me basta, por lo que callo y no me place. Y paso de ser yo a ser un payaso que se niega a aceptar que todo lo ha vencido.
Cuando era niño, seguramente, sabía más que hoy. Mis contaminantes eran otros. Gozaba la humedad, el fuego o el frío con la debida inocencia pero los conocía mejor. Podía conversar con las gallinas o mis perros, cantar a solas, llorar como si Dios oyera.
Dije una vez que mis herencias se habían cumplido todas, era falso, me resta aún el sano olvido a que obliga vivir para los otros que decida. Hasta hace poco pensaba que no sucedería. Pero hay ojos que vuelven y su peso es un asombro de horror y maravilla. Ahora están aquí. Me nombran. Y habrán de borrarme cuando quieran.
Publicado en El Imparcial / 27 de junio de 2004...