domingo, 27 de agosto de 2017

Experiencia e integridad...

Solamente la experiencia escrita permite rendir cuentas de la totalidad de los sentidos. Los otros soportes sufren de indigencia con relación a sus concurrentes: (...) atrapan lo real en una de sus modalidades, nunca en su integridad.

Michel Onfray
Teoría del viaje
Poética de la geografía
(PRH/ Taurus, México, 2016)

sábado, 26 de agosto de 2017

Ataduras...

Porque, contrariamente a lo que creen tantos, no se escribe para entretener, aunque la literatura sea de las cosas más entretenidas que hay, ni se escribe para eso que se llama "contar historias", aunque la literatura está llena de relatos geniales. No. Se escribe para atar al lector, para adueñarse de él, para seducirlo, para subyugarlo, para entrar en el espíritu de otro y quedarse allí, para conmocionarlo, para conquistarlo...

Enrique Vila-Matas
Kassel no invita a la lógica
(Seix Barral/ Planeta, México, 2015)

domingo, 20 de agosto de 2017

Encanto de imitación...

Lo más escaso en la vida norteamericana es el encanto. Gastamos millones al año fabricando encanto de imitación al que denominan "Relaciones Públicas". Sin ello, Estados Unidos sería francamente deprimente.

Anita Loos
Adiós a Hollywood con un beso
Memorias
(Tusquets Editores, Barcelona, 1988)

sábado, 19 de agosto de 2017

Alambres entre viñas...

La tinta era negra como el firmamento y las letras afiladas y atractivas. Formaban un enrejado, justo como Plinio decía que debían hacer todas las letras, para sustentar el significado del texto como los alambres entre las viñas.

Alix Christie
El discípulo de Gutenberg
(Roca Editorial, México, 2015)

lunes, 14 de agosto de 2017

Calle conocida...

En lo que respecta a la calle de la Arganzuela, debo decir que no me era desconocida, ni a mí ni a ningún madrileño. Muchos le dan ya el nombre de Mancebías, por los dos grandes burdeles que allí tienen plaza, aunque también tiene el regusto de lonja de pajilleras, mujeres que por un cuarto te hacen una paja sencilla y por dos musical, suerte para la que se ajustan a la muñeca una correa con cascabeles. Hay días que se escucha en la calle un concierto más garboso que en el paseo del Prado en día de fiesta. Ni los jaeces de los troncos de todos los grandes de España juntos tienen tanto cascabel, ni sus mulas los agitan con tanta gracia.

Alfonso Mateo-Sagasta
El gabinete de las maravillas
(Ediciones B, Barcelona, 2006)