Nunca podría escribir sobre hechos reales de mi vida, no sólo porque ésta, como la de casi todos los escritores, no tiene nada de extraordinario o interesante, sino también porque de sólo pensar que alguien conozca mi intimidad me empiezo a sentir mal. Evidentemente podría camuflar los hechos con una apariencia de ficción, pasando de primera a tercera persona, añadiendo un poco de drama y comedia inventados, etcétera. Eso es lo que hacen muchos escritores y tal vez ésa sea la razón por la cual su literatura es tan fastidiosa.
Rubem Fonseca
El cobrador
(Cal y Arena, México, 2011)