martes, 18 de noviembre de 2008

Puede servir, digo...

La profesión de escritor tiene un lado penoso, que consiste en que el trabajo lo obliga a uno a mezclarse con una serie de literatos. Para guardar las apariencias, una o dos veces por año, hay que concurrir a una reunión y pasar varias horas en compañía de críticos, autores radiales y gente que lee libros. Todos ellos hablan una jerga que sólo pueden entender los literatos. Únicamente después de proceder a una purificación de fondo puede uno recobrarse y caminar con la cabeza en alto, como un ser humano.

Erskine Caldwell
Conversations with Erskine Caldwell
(Editado por Edwin T. Arnold, University Press of Mississippi, 1997)

* Tras sostener dos charlas semejantes (solamente) en menos de 24 horas acerca del asunto de cómo relacionarse con otros escritores (o las vicisitudes de hacerlo), quizá este comentario de Caldwell ayude, así sea de manera oblicua, a no dejar que ciertas cosas afecten el trabajo personal que -con todo- sigue siendo lo importante (lamento la traducción, porque es mía)...