viernes, 14 de noviembre de 2008

Elizondo once more...

Pero la poesía exige. El conocimiento de las leyes de acuerdo a las cuales el poema crece puede ser el tema mismo del poema, la materia que lo conforma como concreción de una tentativa de conocimiento, sin que el conocimiento mismo tenga que ser la materia de la que está hecho el poema. Cuántos críticos no habrán soñado en conocer esa ciencia inaccesible por naturaleza propia que es la que podría llamarse Ciencia del Sistema Dinámico del Poema. Cuántos poetas no se habrán extraviado para encontrar el último principio que rige la formación del poema, habiendo descuidado en ello su tarea más imperativa: la de hacerlo. La tarea de hacer el poema inteligible es o posterior o irrelevante. Atañe a la crítica cuya posteridad o irrelevancia es, desgraciadamente, inevitable. Solamente no sujeto a ninguna crítica o posibilidad de juicio puede el poema ser concebido y quien pretenda hacer un poema con vistas a la crítica posible que de él se pudiese formular está condenado al fracaso; a un fracaso que quizás es necesario al cumplimiento de ciertas disciplinas poéticas.
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Pero la virtud principal de la crítica es la osar adentrarse en la selva selvaggia de la poesía tratando de conformar todo lo que es producto de la magia –método de los más rigurosos– o del raciocinio, a una figura general del espíritu por la que la poesía se convierte en una construcción simbólica. El sentimiento de la aventura forma parte de sus premisas, pues ¿quién se atrevería a formular un juicio general acerca de algo cuya esencia es la de permanecer desconocido? Se puede “aventurar” una hipótesis acerca de su significado o acerca de su naturaleza, pero no se puede decir qué es y se la conoce más por su movimiento que por la substancia de que está hecha.
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La descomposición del poema en sus partes sustanciales es un análisis que en la disgregación de los términos del poema no puede producir sino una múltiple e infinita confusión.
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Todo poema refleja el drama del descenso a los infiernos de la nada, viaje a la muerte en el que se cifra no solamente el significado del poema que puede ser único, múltiple, o no ser, sino el movimiento por el que se cumple la poesía.

Salvador Elizondo
Fragmentos del ensayo “Muerte sin fin”
Teoría del infierno y otros ensayos
(Ediciones del Equilibrista / El Colegio Nacional, 1992)