lunes, 8 de abril de 2019

De odios...

No todo el mundo odia. No todo el mundo odia siempre. No todo el mundo odia del mismo modo y al mismo tiempo. Pero el odio implica el deseo del mal. La desgracia ajena. Una caída. Un accidente. Una lesión que le haga descubrir al ser odiado lo triste y gris que es el mundo y lo patética, doliente y amargada que puede ser la existencia. Su existencia. Un gesto. Un deje. (...) Cuando se odia a alguien, su desgracia es el consuelo del que odia. Se vive para saber de su infortunio.

Pilar Adón
La vida sumergida
(Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2017)