Los funcionarios, ahora y acá, no prometen la muerte. Solamente, en silencio y susurro, la constatan. La mayoría piensa que es culpa de otros: extranjeros, maleantes, revoltosos o, en el mejor de los casos, funcionarios más empoderados y afortunados que ellos mismos.
Este es un trabajo que, como todos, alguien tiene que hacer.
Y mejor nosotros que ellos, nos decimos todos.
Antonio Ortuño
La fila india
(Ed. Océano, México-España, 2013)