miércoles, 29 de abril de 2009

Cómo culparlo...

Le gustaban los poemas escuetos, asentados minuciosamente sobre el espacio en blanco, hileras de trazos alfabéticos e inscritos a hierro y fuego en el papel. Los poemas le daban mayor conciencia de su respiración. Un poema despojaba el momento, lo dejaba reducido a cosas que por lo normal no estaba dispuesto a percibir.

Don DeLillo
Cosmópolis
(Seix-Barral, Barcelona, 2003)