martes, 31 de marzo de 2009

Like he said...

En el decurso de una vida consagrada menos a vivir que a leer, he verificado muchas veces que los propósitos y teorías literarias no son otra cosa que estímulos y que la obra final suele ignorarlos y hasta contradecirlos. Si en el autor hay algo, ningún propósito, por baladí o erróneo que sea, podrá efectar, de un modo irreparable, su obra. Un autor puede adolecer de prejuicios absurdos, pero su obra, si es genuina, si responde a una genuina visión, no podrá ser absurda.

Jorge Luis Borges
en "Nathaniel Hawthorne"
Otras inquisiciones
(Emecé Editores S. A., Buenos Aires, 1960)