jueves, 26 de julio de 2007

Más sabe el viejo...

En una de sus últimas entrevistas, Ricardo Garibay dijo: “Soy humilde ante mi oficio, nada más. Ante los demás y ante mí mismo soy soberbio y desdeñoso”. Cualquiera que haya visto sus programas de televisión o le haya conocido en persona da cuenta de esto. Pero el asunto es que sólo ante la escritura, ante el acto de colocar palabras en una hoja en blanco, uno es (o debería ser) nadie.
---Las palabras de Garibay al respecto son claras, en la misma entrevista, precisa que en el momento de estar escribiendo se sentía “sumamente inferior”. Es esa inferioridad a la que debe el escritor aspirar como condición de sí mismo. De poco vale convencerse de modo simple, sentirlo es un deber pero no es algo que se consiga por pura voluntad. Serlo implica no estar del todo conciente sino permitir que suceda, si es posible. Esta inferioridad es la que posibilita la debida anulación del escritor ante su escritura, el desvanecimiento del autor dentro de la obra.
---A esta búsqueda refería Mallarmé cuando escribió: “La destrucción fue mi Beatriz”; pesquisa y guía, la doble faz de un mismo propósito y necesidad.