lunes, 26 de julio de 2010

El peso de lo que no se dice...

Esa pérdida también le estaba reservada a Ruma: sus hijos se convertirían en desconocidos, la evitarían. Y puesto que era hija suya quería protegerla de ello, tal como siempre había intentado protegerla de tantas cosas. Quería resguardarla del deterioro que inevitablemente se daba en el curso de un matrimonio, y de la conclusión que a veces temía que fuese cierta: que toda la empresa de tener una familia, de traer hijos a este mundo, por gratificante que pudiera llegar a ser a veces, era una causa perdida desde el principio.

Jhumpa Lahiri
Tierra desacostumbrada
(Ediciones Salamandra, Barcelona, 2010)