miércoles, 24 de marzo de 2010

Sentencia intemporal del viejo sabio...

Uno nunca sabe cuándo la naturaleza nos pone frente a los secretos de otra persona; pero por lo menos uno sí sabe que no debe hacerlos públicos. Si algunos libros se consideran muy perniciosos y su venta está prohibida, entonces, ¿cómo no hacerlo cuando se trata no de hechos imaginarios, sino reales? Aquéllos a quienes perjudica la lectura de estos libros, también debe perjudicarles el conocimiento de ciertos hechos. Los acontecimientos deberían prohibirse, no los libros.

Herman Melville
Las islas encantadas
(Círculo de lectores, Bogotá, 1984)