jueves, 4 de junio de 2009

Premio Rómulo Gallegos 2009...

Espero siempre que la magia ocurra: William Ospina
Entrevista de Ricardo Solís

William Ospina llega a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para presentar su segunda novela, El país de la canela (Norma, 2008), secuela de su primera incursión en el género; en esta entrevista el colombiano revela algunas claves de su trabajo y la elaboración de una historia desde cuyo lenguaje se percibe la pasión pura por la historia del nacimiento de nuestros pueblos en América…
-Primera y segunda novela de esta trilogía comparten la exuberancia del lenguaje pero, ante la reverberación en Ursúa, el tono parece más atemperado en El país de la canela ¿cómo fue esta novela pensada, como continuación?
-La verdad es que ambas novelas son contadas por el mismo narrador y, entonces, el cambio de tono –que creo que sí existe- se debe sobre todo al hecho de que en Ursúa lo que se cuenta es la biografía de alguien por parte de un amigo; en la segunda parte se trata de él hablando de sí mismo, con alguien. Eso me impuso varias limitaciones. Cuando una persona está hablando con otra no me parece que pueda incurrir en demasiados excesos de elocuencia literaria (por decirlo de un modo), creo que requiere un lenguaje más directo, más natural. Y tampoco se puede extraviar con demasiados regodeos internos con el lenguaje, se busca que lo que se está contando sea rápidamente comprendido por quien lo escucha y sea captado bien por él. Más que una intención mía, me parece que ese lenguaje obedece a una necesidad del personaje mismo. Tengo que situarme en el papel de alguien que está hablando, contando la historia (lo que hace en prácticamente un día), y atenerme a sus recuerdos…
-Pensando en la serie de libros que has publicado y que se relacionan con el asunto ¿qué es lo que te vuelve loco del proceso de conquista y colonización de América en esta zona que conoces tan bien?
-Para mí es muy importante interrogarnos acerca de nuestra relación con la naturaleza, por lo que ha sido la relación de nuestro mundo con la naturaleza, sobre todo después de la llegada del mundo europeo, y sobre lo que ha sido ese choque entre el mundo europeo y la naturaleza americana. La verdad es que a mí la historia de lo que fueron los dos primeros viajes por el Amazonas me ha fascinado porque me parece una historia fantástica. Después uno les cuenta a las personas que los hechos de la novela son reales, que en verdad ocurrieron, y no deja la gente de sentir asombro, porque parece fantasía, imaginación. A mí me gustan mucho los libros de fantasía, las novelas fantásticas, la ciencia ficción, los cuentos, las fábulas, y para mí es asombroso encontrarme con una historia real, que ocurrió realmente, y que tiene todos los ingredientes de una historia de ficción. Eso me fascina de esa historia. Y diría que otro hecho es que, para un personaje del siglo XVI, no está demasiado delimitado el campo de lo real y de lo fantástico. No había surgido el realismo ni el naturalismo, ni la geografía tal como la entendemos hoy, de manera que estos conquistadores españoles se movían en un mundo anterior a El Quijote, donde el mundo real y el ficticio pueden convivir sin demasiadas colisiones…
-Hechos que nos llegan a parecer hasta inexplicables…
-Si a uno le cuentan esas cosas hoy, y no nos dicen que son reales, uno podría creer que son ficción. Que un imperio como el Azteca, que tenía cerca de 20 millones de habitantes, haya sido conquistado por 400 hombres suena como a quimera. Que el mundo de los Incas, un mundo de 14 millones de habitantes en aquella época, fuera dominado por 147 guerreros de Pizarro, no deja de ser extraño. Entonces, hay que entender las circunstancias para poder entender la complejidad de estos hechos. Y de todas maneras, entender la diferencia entre las épocas también; hoy para nosotros existe la preocupación por saber si algo es real o ficticio, en ese entonces no existía esa preocupación, porque la mayor parte de la gente vivía inmersa en un mundo religioso en el que muchas cosas eran creíbles, la gente creía más que hoy en el infierno, en el cielo, los ángeles, los demonios…
-Pero en un momento dado, tu narrador (educado por el cronista Fernández de Oviedo), hace una especie de recuento lírico del saber científico de la época, a modo de ver cómo se explicaba el mundo a través de la alquimia o los astros…
-Inmediatamente antes de la conquista y descubrimiento de América, Europa había vivido sumergida, no en la noche, sino como en la “niebla mágica” de la Edad Media, una época llena de dragones, quimeras, bosques llenos de hadas, en los que la gente creía, los nigromantes buscaban la piedra filosofal, cómo transmutar las cosas en oro, los alquimistas lo buscaron desesperadamente por siglos. De repente, encuentran América, y creen que van a encontrar aquí todas esas cosas que habían perdido en Europa. Buscan gigantes, enanos, sirenas, dragones, amazonas, a veces las encuentran; a veces no ven lo que está frente a ellos sino lo que vienen buscando. Es interesante ver como la imaginación, la fantasía y el universo mental que los posee, parece influir sobre la realidad y parece afectarla. De manera que ese es como el universo en el que esta historia ocurre; y creo que muchas fantasías y realidades mentales de la época intervienen sobre cada uno de los hechos…
-¿Será la tercera parte narrada por el mismo personaje?
-Se trata de un mismo narrador para las tres historias. Solo que en la primera cuenta la historia de su amigo Ursúa; en la segunda cuenta su propia vida, y en la tercera cuenta que fue lo que fueron a hacer juntos después de conocerse. En la primera novela se cuentan solamente los años tempranos de Ursúa, y concluye en el momento que él toma la decisión de irse al Amazonas; la segunda, lo que fueron los años tempranos del narrador hasta el momento en que encuentra con Ursúa. Ambas novelas terminan en un mismo punto, cuando la aventura rumbo al Amazonas es apenas una posibilidad…
-Después de la seguidilla de libros que tocan el tema ¿continuarás abordándolo en el futuro?
-No lo sé muy bien. Le he dedicado casi 18 años al siglo XVI, creo que ya sería hora –por lo menos- de cambiar de siglo. Así que, muchas historias me rondan la cabeza, pero como aún tengo por terminar La serpiente sin ojos (la tercera parte de la trilogía), sólo al terminarla sabré si me quedan ganas de volver a hablar del siglo XVI o si otras épocas o historias llaman mi atención…
-Uno de tus personajes dice en la novela que invertir mucho trabajo en algo no asegura que “la magia ocurra” ¿esperas tú, al escribir, que la magia ocurra?
-Sí, yo espero siempre que la magia ocurra. Creo que tanto el verso, como el ensayo o la novela, requieren del auxilio de lo desconocido. Y del auxilio, digamos, de la poesía. Y eso no es voluntario. Si dependiera de un autor el que una obra literaria alcance la magia que requiere, todos los libros serían extraordinarios. Y no ocurre así. A veces tenemos suerte, a veces coinciden la fuerza interior, la expresividad del lenguaje, la fuerza de la historia y un buen azar que conjugue todo eso. En estas novelas, por ejemplo, sé lo que va a ocurrir, conozco la historia, sé que me conmueve, apasiona e interesa, y aún así sé que no basta para que la historia sea eficaz, logre efectivamente su propósito. A veces tengo que esperar el momento para trabajar, escribo por ráfagas de entusiasmo. Y cuando he terminado no estoy seguro de que logré alcanzar la magia que el relato requería. Necesito dejar pasar el tiempo, asomarme de nuevo a las páginas hasta decirme: sí, esto es lo que yo quería contar. Y tener la esperanza de que tenga la magia suficiente para fascinar a los lectores…

* Reproduzco esta charla breve que se publicó a principios de diciembre de 2008, en el suplemento PerFil de La Jornada Jalisco. Por supuesto, en razón de que trata acerca de la novela de Ospina que, precisamente ayer, ganó el Premio Rómulo Gallegos 2009...