La soledad del escritor es muy profunda. Cada uno es único, tiene sus problemas, sus técnicas, que ha adquirido con mucho esmero*; está también su propia vida. No gana mucho hablando con conocidos (o desconocidos) sobre temas de literatura.
Marguerite Yourcenar
Con los ojos abiertos (Trad. Elena Berni. Emecé Editores, 1982)
* Bueno, es lo que debería ser. Quizá por eso resulta difícil llamar escritor a cualquiera, así nomás porque sí...