jueves, 28 de diciembre de 2017

Con la edad...

Con la edad, cada vez interesan menos los orgasmos y más el deseo mismo. Mirar y no tocar. Al menos durante un rato. Cuando el deseo puede ser satisfecho, no hay ningún mal en prolongarlo. Esto no lo dijo William Blake. Lo digo yo ahora.

Mario Levrero
Dejen todo en mis manos
(Literatura Random House, México, 2017)