
No se está forzosamente solo cuando se carece de compañía, ni esta situación implica necesariamente una exclusión del mundo. La soledad es, en realidad, una manera incompleta y única de estar en el mundo.
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Es en nosotros mismos, en nuestra convicción íntima de la existencia del otro y en nuestra dolorosa experiencia de su ausencia, donde hace su nido el sentimiento de soledad. Para sentirse solo, es preciso desear ser dos, al menos, o haberlo sido y conservar la nostalgia de ello.
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Toda soledad es signo de una decepción íntima. La realidad no coincide con lo que esperábamos de ella. La realidad ha decepcionado a nuestra imaginación.
Alfredo Bryce Echenique
Entre la soledad y el amor
(Debate, México, 2006)