sábado, 26 de abril de 2008

Tardío y sencillo...

Diez años sin Octavio Paz, caray. Quién fuera otro o más para decir lo acertado o conveniente, lo que diera cuenta fidedigna de la deuda enorme de sus hijos, sí, incluso aquellos manchados por la cólera o la ceguera vetusta de los redentores. Quién tuviera otra palabra menos pobre, menos llena de espanto por cada nota agradecida o sin distancia. Ahí está tanto que rebasa su nombre. En fin, que si manchas o huecos abundan, desperfectos o voces frágiles sobran, ahí van las páginas también, para que en medio de esta cínica y modesta vergüenza (de lector) nos sigan enseñando... Salve...