domingo, 26 de julio de 2020

De hecho, casi nunca...

Atribuir una tumba a un cuerpo, y un nombre a una tumba, es un acto de recomposición de comunidad, constituye el primer paso para que la pacificación individual que sigue a la elaboración del luto se convierta también en auténtica paz social. Las instituciones pueden ofrecer un espacio donde sea posible poner en marcha este proceso, suministrar un marco legislativo en cuyo interior el perdón y la venganza dejen de ser privados y se acojan a la certeza del derecho. Pero no siempre es así.

Giovanni De Luna
El cadáver del enemigo
Violencia y muerte en la guerra contemporánea
(451 Editores, Zaragoza, España, 2007)