viernes, 19 de junio de 2020

Posponer...

Desde que se había aficionado a la lectura y sintió aquella envidia corrosiva hacia las personas capaces de imaginar y contar historias, el Conde aprendió a respetar la literatura como una de las cosas más hermosas que podía engendrar la vida. Quizá la primera causa de aquel respeto era su propia incapacidad para lanzarse al ruedo y vivir en función de la literatura. Porque siempre su deseo de escribir fue más un reto que un sueño y la posposición prolongada de su vocación tuvo en la lectura el único alivio posible. Al fin y al cabo, la dulce envidia sentida por los escritores que lo hacían bien era una enfermedad menos dura que la convicción de que tal vez él nunca lograra hacerlo, ni siquiera mal.

Leonardo Padura
Paisaje de otoño
(Tusquets/ MAXI, México, 2016)