viernes, 26 de diciembre de 2014

La benevolencia del mundo...

Eso es precisamente lo bueno de los dulces: sólo se pueden apreciar en toda su sutileza cuando no se comen para saciar el hambre, y esa orgía de dulzura azucarada no colma una necesidad primaria sino que envuelve el paladar con la benevolencia del mundo.

Muriel Barbery
Rapsodia Gourmet
(Ed. Seix Barral, México, 2010)