domingo, 21 de septiembre de 2014

La hierba de la vida...

Porque aquel que se mide con el Mal, conserva sobre sí sus efluvios tenaces. Sigue quemado para siempre. En algunas zonas, la hierba de la vida no retoña nunca más.

Elisabeth Reynaud
Teresa de Ávila o el placer divino
(Ed. Atlántida, Buenos Aires/ Madrid, 2000)