miércoles, 19 de enero de 2011

Qué se podría añadir...

Antes que nada, el fumador es un soñador, pues ese es el efecto más inmediato de su vicio; un soñador terrible que desgastará su inteligencia en decenas de sueños para reencontrarse sin haber anotado una sola palabra. Los sueños podrán ser osados y geniales, pero dejarán una huella desproporcionadamente pequeña en comparación a su volumen; habiendo soñado un mundo, esbozará una nube; soñando una tragedia y una epopeya, escribirá un solo verso.

Italo Svevo
Del placer y del vicio de fumar
(Capitán Swing Libros, Madrid, 2010)