
y desgasto más de una frase.
Al final
el habla resulta sucedáneo:
consecuencia de un registro que
–apenas enfrentado al orden necesario que la lengua demanda–
comienza a borrarse.
Me aproximo a decir nada
seguro de las cosas que se han ido
lejos de la voz.
(Otro lamentable poema que suplica la ayuda de sus piadosos lectores, por favor)